11 de noviembre de 2009

Un grito al silencio

Hoy es un día más sin verte. Uno más de tantos que vamos dejando atrás. Sin embargo, todos los recuerdos parecen estar tan frescos en mi cuerpo que podría palparlos con mis manos. Por momentos pierdo la noción del tiempo y mis sentimientos me llevan a pensar que vivimos nuestra historia otra vez. Percibo en mi piel el contacto de tus brazos, el roce de nuestras mejillas juntas deslizándose suavemente para encontrar tus labios. Veo tus ojos en mis ojos. Inmovilizo los instantes en los que tu respiración penetra mi cuerpo. Somos una sola esencia en ese momento y siento el éxtasis del firmamento ante esa descarga descomunal de amor. Susurramos palabras inconclusas dándonos a entender lo que profesábamos el uno por el otro, forjando en nuestras almas la certeza que viviría así para siempre.
¿Qué paso?
¿Cómo pudiste renegar del ensalmo de nuestro amor?
¿Cuándo te volviste indiferente al contacto de nuestros corazones?
Intento alejar la intromisión de estas preguntas cuando me invaden en la noche como seres fantasmales martillando mi mente con respuestas que no tengo. Grito al silencio y ahogo mi llanto en la almohada. ¡No tengo respuesta, no entiendo nada! Solo se que hay un vacío enorme en mis entrañas que asemeja a una oscuridad macabra y crea en mi una huella de locura.
Hoy es un día más sin verte. Uno más de tantos que hemos dejado atrás. Y sin embargo mi amor por ti crece en la distancia con la rebeldía de no quererme desprender, con la negación total de saber que ya no estas conmigo. Pero aun así, te siento en mi y pienso que ni el mismo sol, ni las estrellas, ni el mismo mar o el infinito pueden ser como éste amor, ni más bonitos.
Te atraigo hacia mí, cuando miro a través de la ventana el paisaje de la ciudad. Así lo hacíamos los dos. Gustábamos descubrir el atardecer, la suavidad en los movimientos de las nubes, los colores pigmentados que iba dejando el sol al declinar y el titilar de las luces de los coches al transitar. Esos momentos adquirían en nosotros un significado de amor divino. ¿O no era así? ¡No me contestes, que no deseo saber otra verdad! Prefiero el arrebato de tus besos sobre mi cuello y la sensualidad de tus dedos entrelazando mi cabello, las sensaciones insaciables que me produce tu cuerpo.
No estoy seguro cuantas conversaciones he tenido contigo desde que ya no nos vemos. Cuantas palabras para expresar como es grande mi amor por ti. Me miras fijamente a los ojos. Me sonríes. Siento que gozas con esas palabras. Siento que también me las dices a mí, pero no te escucho. Me abrazas pero ya no te siento. ¿Dónde estas? ¿Te ruego me digas dónde estas?
Hoy es un día más sin verte. Uno más de tantos que hemos dejado atrás. La añoranza que tengo de ti me oprime y me persigue como un caudal desbocado. Me arrasa sin contemplación dejando una gran melancolía a su paso. Grito tu nombre a los vientos que cruzan los cielos, con la esperanza de que penetren tu alma y te hagan volver a mí. Que los vientos arremetan contra una historia que no debió cambiar, cincelada sobre piedra dura y que las lunas prometían preservar por varias vidas. Imploro a los cielos que haga justicia y que permita al amanecer que florezca de nuevo nuestro amor como botones en flor.Hoy es un día más sin verte. Uno mas de tantos que hemos dejado a tras. Te beso mil veces sin lograr saciar mis deseos e imploro que no olvides ni un segundo como es grande mi amor por ti.


Marzo 2009

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