Con apenas los primeros rayos de sol y un cielo con brochazos color violeta, partimos rumbo a Zitacuaro, al poniente de la ciudad de México.
Viajamos dos horas y media, pasando por pintorescos valles y montañas. Al llegar a la ciudad, nos dirigimos de inmediato a nuestro hotel Rancho San Cayetano, donde sus dueños Pablo y Lisette nos recibieron y nos alojan en su casa. Es una preciosa cabaña, rodeada de extensos jardines, decorado con flores de diversos colores y gansos que corretean por todas partes sin rumbo fijo. Sin perder tiempo, recibimos instrucciones de encaminarnos a un paraje donde podíamos observar el vuelo de las mariposas Monarcas. Pasamos por Xoconusco y Valle Hondo, para luego encontrarnos con el guía. Dejamos el coche y emprendimos el camino monte arriba, hacia el Santuario del Cerro Pelón. Íbamos cargados de cámaras fotográficas y algo de comida. Tardamos una hora y media a paso rápido, en medio de una viva vegetación de Oyameles, Encinos y Cedros, que a manera caprichosa se entrelazan, dejando traspasar sólo algunos rayos de luz por entre sus ramas. Y ahí, en medio de esa sublime atmósfera, nos encontramos con esa singular especie de mariposas sin fronteras.
La mariposa Monarca habita en Canadá, al norte de los Grandes Lagos y cada veintiuno de Septiembre, más de ciento veinte millones emprenden su vuelo hacia México, volando sin parar seis mil kilómetros. Les tomara varias semanas desde su partida y finalmente el primero de Noviembre, día de muertos, llegan a estos bosques mexicanos para temperar el invierno. Aquí, permanecerán hasta el veintiuno de Marzo del año siguiente. Las Monarca tienen un ciclo de vida de cuatro a cinco semanas, por lo tanto las mariposas de cada cuatro generaciones son las que emprenden el viaje hacia el sur. Las hembras de esta cuarta generación, sin que exista explicación alguna, tiene una vida de siete meses, pues les es necesario sobrevivir para regresar a su tierra de origen. La mayoría de las mariposas machos morirán en tierras ajenas, luego de su viaje nupcial.
Estas mariposas, de color naranja oscuro y líneas negras, dibujadas en forma de vitral, miden once centímetros al desplegar sus alas. Los machos están marcados por un punto negro en cada ala y cuentan con una franja plateada en la parte inferior que sirve de censor para la orientación en su plan de viaje.
Continuamos el camino, tratando de no hacer ruido, respetando su hábitat, pues ellas quieren escuchar el sonido del viento y las ramas de los árboles que se abanican de manera caprichosa. Son millones de mariposas que sobrevuelan por encima de nuestras cabezas, nos envuelven y nos exploran. Algunas mas osadas se posan despreocupadamente en nuestros hombros.
Seguimos avanzando y vemos bajar ríos de mariposas, que al mover sus alas al unísono, producen un sonido de zbzbzbzbzBZBZBZBzbz. Es inexplicable la emoción que esta visión nos produce. Es un viaje épico, un encuentro con uno mismo.
Nos acostamos bajo los árboles y dejamos pasar el tiempo. Observamos sus movimientos para regocijarnos con este milagro de la naturaleza y recrearnos con sus colores a medida que los rayos del sol se reflejan en sus alas. Es común verlas aparearse en vuelos nupciales, que duran cerca de tres horas. Ponen hasta 400 huevos que tomaran de 3 a 4 días en convertirse en oruga o larva. Algunas se posan en los árboles, otras se amontonan unas sobre otra como si fueran ramilletes de uvas y permanecen así durante horas. No hay un solo espacio en el aire donde no veamos estas mariposas.
Son vida que nos llega del cielo y se adentra en nuestras almas. Existe la leyenda, que en tiempos pasados, se creyó que las mariposas al llegar el día de muertos, eran los antepasados que regresaban de su viaje a compartir con los vivos. Por eso, en algunos pueblos encontramos artesanías con figura de calacas y alas de mariposa.
Cuando comienza a oscurecer, las mariposas se refugian para superar la noche. Pronto iniciaran su regreso a tierras del norte y dejaran con nosotros un recuerdo inolvidable, de vida, color y armonía. Yo, en mis pensamientos repito estas palabras: Con hermosura, hermosura, Mariposa Monarca, Sigue fuerte para siempre.
Noviembre 2009
Viajamos dos horas y media, pasando por pintorescos valles y montañas. Al llegar a la ciudad, nos dirigimos de inmediato a nuestro hotel Rancho San Cayetano, donde sus dueños Pablo y Lisette nos recibieron y nos alojan en su casa. Es una preciosa cabaña, rodeada de extensos jardines, decorado con flores de diversos colores y gansos que corretean por todas partes sin rumbo fijo. Sin perder tiempo, recibimos instrucciones de encaminarnos a un paraje donde podíamos observar el vuelo de las mariposas Monarcas. Pasamos por Xoconusco y Valle Hondo, para luego encontrarnos con el guía. Dejamos el coche y emprendimos el camino monte arriba, hacia el Santuario del Cerro Pelón. Íbamos cargados de cámaras fotográficas y algo de comida. Tardamos una hora y media a paso rápido, en medio de una viva vegetación de Oyameles, Encinos y Cedros, que a manera caprichosa se entrelazan, dejando traspasar sólo algunos rayos de luz por entre sus ramas. Y ahí, en medio de esa sublime atmósfera, nos encontramos con esa singular especie de mariposas sin fronteras.
La mariposa Monarca habita en Canadá, al norte de los Grandes Lagos y cada veintiuno de Septiembre, más de ciento veinte millones emprenden su vuelo hacia México, volando sin parar seis mil kilómetros. Les tomara varias semanas desde su partida y finalmente el primero de Noviembre, día de muertos, llegan a estos bosques mexicanos para temperar el invierno. Aquí, permanecerán hasta el veintiuno de Marzo del año siguiente. Las Monarca tienen un ciclo de vida de cuatro a cinco semanas, por lo tanto las mariposas de cada cuatro generaciones son las que emprenden el viaje hacia el sur. Las hembras de esta cuarta generación, sin que exista explicación alguna, tiene una vida de siete meses, pues les es necesario sobrevivir para regresar a su tierra de origen. La mayoría de las mariposas machos morirán en tierras ajenas, luego de su viaje nupcial.
Estas mariposas, de color naranja oscuro y líneas negras, dibujadas en forma de vitral, miden once centímetros al desplegar sus alas. Los machos están marcados por un punto negro en cada ala y cuentan con una franja plateada en la parte inferior que sirve de censor para la orientación en su plan de viaje.
Continuamos el camino, tratando de no hacer ruido, respetando su hábitat, pues ellas quieren escuchar el sonido del viento y las ramas de los árboles que se abanican de manera caprichosa. Son millones de mariposas que sobrevuelan por encima de nuestras cabezas, nos envuelven y nos exploran. Algunas mas osadas se posan despreocupadamente en nuestros hombros.
Seguimos avanzando y vemos bajar ríos de mariposas, que al mover sus alas al unísono, producen un sonido de zbzbzbzbzBZBZBZBzbz. Es inexplicable la emoción que esta visión nos produce. Es un viaje épico, un encuentro con uno mismo.
Nos acostamos bajo los árboles y dejamos pasar el tiempo. Observamos sus movimientos para regocijarnos con este milagro de la naturaleza y recrearnos con sus colores a medida que los rayos del sol se reflejan en sus alas. Es común verlas aparearse en vuelos nupciales, que duran cerca de tres horas. Ponen hasta 400 huevos que tomaran de 3 a 4 días en convertirse en oruga o larva. Algunas se posan en los árboles, otras se amontonan unas sobre otra como si fueran ramilletes de uvas y permanecen así durante horas. No hay un solo espacio en el aire donde no veamos estas mariposas.
Son vida que nos llega del cielo y se adentra en nuestras almas. Existe la leyenda, que en tiempos pasados, se creyó que las mariposas al llegar el día de muertos, eran los antepasados que regresaban de su viaje a compartir con los vivos. Por eso, en algunos pueblos encontramos artesanías con figura de calacas y alas de mariposa.
Cuando comienza a oscurecer, las mariposas se refugian para superar la noche. Pronto iniciaran su regreso a tierras del norte y dejaran con nosotros un recuerdo inolvidable, de vida, color y armonía. Yo, en mis pensamientos repito estas palabras: Con hermosura, hermosura, Mariposa Monarca, Sigue fuerte para siempre.
Noviembre 2009
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